jueves, 23 de abril de 2015

TRAS EL MONZÓN


-Mihijita, este parto se le ha adelantado diez años y no dos meses- me dijo la mujer limpiando a la recién nacida. La vieja me había recogido al borde del camino, jadeante y confusa, cuando regresaba de Quiapo. Estábamos en plena estación húmeda y el agua golpeaba tan fuerte el tejado que no podría decir si era la anciana o la lluvia la que me hablaba. Al amainar la tormenta me desperté de nuevo en el sendero, el vientre ingenuo, el pecho ligero, los años dispuestos ante mí como peldaños. Mis ojos llenos de lluvia dejaban caer lágrimas de barro.

Maria Fraile

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