miércoles, 13 de mayo de 2015

LA VIDA DE SUS SUEÑOS


   Cada vez que me habla de ese sueño, lo hace mordiéndose las uñas. Siempre es el mismo paisaje de montaña. Está harto de ir en sueños a visitar la casa de la esquina y de que nunca me decida a comprarla, de ir a por el pan o de tener precaución cuando conduce. Le irrita su banalidad. – De lo aburrido que es, es una pesadilla – dice. No poder aprovechar de la inocencia de estar dormido para dejarse ir a lo estrafalario, a lo terrorífico o a un erotismo desenfrenado. No se explica el significado de una ordinariez parecida. Lo que quisiera es, al cerrar los ojos, poder volar y eso lo dice cerrando los ojos con el dedo aún en la boca, colocando el embozo de la sábana a la altura del mentón. Se duerme mientras le acaricio el pelo y le susurro que mañana volveremos a visitar la casa de la esquina pero que esta vez prometo decidirme, que luego iremos con mucho cuidado a buscar a las niñas al colegio. En los pueblos de montaña, las heladas son tremendas y por más que mueva los brazos no podrá volar.

María Fraile

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