Como cuando observas
esas escaleras que no sabes si suben o bajan o esas caras que son
rostros diferentes en dos sentidos opuestos, así me encontraba yo,
parado, observando los dos cuerpos inertes en mitad de la calle. Yo
pertenecía a uno de ellos pero no sabía si yo era el muerto de la
derecha o el de la izquierda. No sabía si iba o volvía, si no
lograba recordar o es que había olvidado. Si los pasos que no daba
me hacían avanzar o estaba retrocediendo, si debía salvar a uno, al
azar, dudando de mí una vida entera o si debía condenarme a errar,
sin memoria, toda una eternidad.
María
Fraile
La muerte es la puerta al olvido, terrible, aún para un muerto.
ResponderEliminarSaludos
J.