Tiene muchas cosas que decirle. Lleva años escribiendo frases para ella,
pero cada vez que se sienta a escribir la carta, la tinta se vuelve
voraz como un vórtice que todo lo traga.
El papel, sin embargo,
rechaza las ideas, es visceral. Y ante tanto obstáculo, las palabras
detienen su curso, se acumulan, hacen charcos primero y más tarde valles
inundados de letras huérfanas de mensaje.
El silencio que él guarda es un nudo de sonidos, es voz anegada y contenida.
Y al alcance de su mano, la hoja, como una orilla que promete el
descanso pero que devuelve cada sílaba a la corriente que la trajo.
María Fraile
jueves, 29 de enero de 2015
domingo, 25 de enero de 2015
UNA ETERNIDAD EN PUNTA CANA
Tras el cristal, los destinos se alinean como ventanas abiertas al paraíso.
Chus pasa todos los días delante de la agencia de viajes y se dice que las próximas vacaciones, no falla y se paga un viaje organizado a Punta Cana.
Esta mañana, se detiene frente a la foto del escaparate. Las gotas de condensación y la niebla que se forma a la altura de su boca dan un aura onírica a la escena. Se trata de una pareja de espaldas paseando por una playa de arena blanquísima, ella lleva sombrero y un pareo también blanco y él lleva a la mujer de la mano -Ya van con un par de caipiriñas encima- se dice Chus mientras ríe bajito- No hay más que ver que no andan derechos y además ella lleva en la otra mano una de esas sombrillitas que protegen del sol a los hielos en los cócteles-
Una brisa, que imagina cálida, alborota las hojas de las palmeras, levanta el pareo de la mujer del anuncio y se vuelve una fría caricia en el rostro inmóvil de Chus -Esta noche, cuando cenen en la terraza del hotel, bajo lámparas multicolores, ella tendrá un ligero rubor y él habrá bronceado. Luego harán el amor. En la playa. No. En la habitación. Que para eso han pagado- y vuelve a reír bajito.
Antes de irse a esperar el autobús, Chus se quita uno de los guantes y coge un folleto que ojeará una vez sentada en su puesto frente al teléfono, entre llamada y llamada. Venderá a familiares de difuntos y a premuertos previsores, nichos, lápidas y epitafios que les hagan soñar con una eternidad bella y confortable. Pero ella sabe que todos irán bajo tierra y que ella nunca irá a Punta Cana.
Chus pasa todos los días delante de la agencia de viajes y se dice que las próximas vacaciones, no falla y se paga un viaje organizado a Punta Cana.
Esta mañana, se detiene frente a la foto del escaparate. Las gotas de condensación y la niebla que se forma a la altura de su boca dan un aura onírica a la escena. Se trata de una pareja de espaldas paseando por una playa de arena blanquísima, ella lleva sombrero y un pareo también blanco y él lleva a la mujer de la mano -Ya van con un par de caipiriñas encima- se dice Chus mientras ríe bajito- No hay más que ver que no andan derechos y además ella lleva en la otra mano una de esas sombrillitas que protegen del sol a los hielos en los cócteles-
Una brisa, que imagina cálida, alborota las hojas de las palmeras, levanta el pareo de la mujer del anuncio y se vuelve una fría caricia en el rostro inmóvil de Chus -Esta noche, cuando cenen en la terraza del hotel, bajo lámparas multicolores, ella tendrá un ligero rubor y él habrá bronceado. Luego harán el amor. En la playa. No. En la habitación. Que para eso han pagado- y vuelve a reír bajito.
Antes de irse a esperar el autobús, Chus se quita uno de los guantes y coge un folleto que ojeará una vez sentada en su puesto frente al teléfono, entre llamada y llamada. Venderá a familiares de difuntos y a premuertos previsores, nichos, lápidas y epitafios que les hagan soñar con una eternidad bella y confortable. Pero ella sabe que todos irán bajo tierra y que ella nunca irá a Punta Cana.
martes, 20 de enero de 2015
UN TIPO CON SUERTE
El documental sobre osos me vino de
repente a la cabeza cuando encontré a aquel hombre en mi cocina
dispuesto a beberse una cerveza. Me acuerdo que en el reportaje el
narrador decía, con el mismo tono con el que se pide medio quilo de
mandarinas, que en caso de estar delante de un grizzly lo suyo era
permanecer inmóvil hasta que el animal se fuera. Sin todos esos
conocimientos prácticos sobre úrsidos, me habría quedado
paralizada igual, porque el hecho era que un extraño, semidesnudo, estaba frente a
mi nevera. Al girarse, deleitándose ya con la
rubia en los labios, él también se quedó pasmado al verme y a cámara
lenta llevó el botellín hasta la altura del pecho como si fuera un
escudo, o una promesa.
-No me hagas daño- me dijo sollozando
y temblando.
-BUUUUUUH- dije agitando los brazos y
pensando en la suerte que el tipo tenía de que yo solo fuera un
fantasma asustado en mitad de la noche. Si yo hubiera sido un oso,
estaría muerto de un zarpazo.
María Fraile
(Relato publicado en el número tres de la revista literaria Visor http://issuu.com/visorliteraria/docs/revista_literaria_visor_-_n___3)
(Relato publicado en el número tres de la revista literaria Visor http://issuu.com/visorliteraria/docs/revista_literaria_visor_-_n___3)
martes, 13 de enero de 2015
EL ORÁCULO
Las
entrañas del gallo delataban el futuro del valiente que no
pestañeaba ante la descripción de su propia muerte. El mismo
adivino, frente al crepitar del fuego, temblaba de miedo al
visualizar la escena. Nunca había visto a los dioses ensañarse de
esa manera con un guerrero.
El hombre respiró profundamente
deseando no encontrar aire, se acercó a la oreja del sabio y le
dijo:
-Nuestros destinos se invierten. Hoy
soy yo quién va a hacer una predicción, viejo. Serán nuestras
deidades las que morirán una a una, negadas, en una orgía de sangre.
Nunca habrás visto a hombres ensañarse de esa manera con unos
dioses. Tiembla por ellos y no por mí, anciano.
La carne corrupta del animal despedía
un olor fétido y dulzón. El gallo, la mirada fija en el cielo, no
era más que un amasijo amorfo e inútil de vísceras.
María Fraile
jueves, 8 de enero de 2015
LOS DIBUJOS DE TITO
La maestra debía estar falta de
inspiración aquel día cuando a un grupo de treinta escolares de
cinco años, les preguntó sobre cual sería su ocupación cuando
fuesen grandes.
Tito que estaba dibujando sobre un
papel su futuro más inmediato, siguió coloreando el pulpo gigante
antes de matarlo. Los compañeros parecían entusiasmados con la idea
de poder decir palabras que solo les estaban reservadas a los
adultos.
-Médico- dijo Lucho limpiándose los
mocos con la manga.
-Funcionario- respondió Lourditas sin
trabarse ni un poco- parecía tenerlo ensayado-
Toreros, princesas, modelos,
futbolistas, abogados y tenderas. Un Testigo de Jehová y una amante.
Pero éstas dos últimas propuestas se quedaron sin anotar en el
encerado.
Empezaron a hacerse grupos según
afinidades y comenzaron a circular papelitos con anillos de
compromiso entre los más previsores.
Cuando llegó el turno de Tito, él
aprovechó para cambiar el azul por el rojo y le dijo a la maestra
-No sé. Yo seré lo que salga de mi lapicero. Ahora voy a matar a
este pulpo no sea que venga a por ustedes y ninguno llegue a ser
grande-
María Fraile
sábado, 3 de enero de 2015
ERROR DE DIAGNÓSTICO
Hace tres buenas horas que el
joven está sentado contemplando la mesa de formica de la cocina. Si
uno está de humor puede creerse frente a un espejo de agua que le
ignora. La tortura del pobre Narciso -se dice- mientras sigue
haciendo planes sentado en la orilla de aquella mesa.
No sabe si una
carta resultará muy formal, tampoco conoce cuales son sus flores
preferidas -Es bella, bellísima, es la Belleza misma-
El joven está enamorado como nunca lo
había estado en sus setenta años de vida. Se siente torpe, como si
el acné brotara de los surcos de su frente, así de torpe.
Su pulso se acelera, a pesar de las
pastillas, cuando piensa en ella. El cardiólogo cree que es una
cuestión de dosis -Qué poco sabe del corazón el pobre chico tras
once años de estudios y tres generaciones de médicos a sus
espaldas- afirma desde la condescendencia de los años.
El boticario le ha inscrito a unas
jornadas para la detección precoz de la demencia senil al oirle
balbucear incoherencias frente a la hermosa dama. Y es que tuvo que
improvisar en el mostrador de la farmacia lo que tantas veces había
hecho en la barra de cualquier bar. Y no estuvo tan mal porque ahora
ella le saluda cuando se cruzan por el barrio.
Taquicardia, sudoración, tartamudeo,
insomnio, falta de apetito, pérdida de concentración. Ya se sabe,
el Amor. Pero a su edad todos se empeñan en curárselo como si
estuviera enfermo.
María Fraile
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