domingo, 16 de abril de 2017

LA RENDICIÓN

   Una ristra de ropa blanca se agita y zarandea a sesenta kilómetros por hora bajo los caprichos del Mistral. Calzoncillos, calcetines, toallas y sábanas hablan de la rendición de los vecinos del cuarto. Eso le podía haber pasado a cualquiera, un mal encuentro, una mala decisión, la simple inercia. Eso lo veo claro yo desde la mesa de mi cocina, por el momento las cuerdas vacías de colada resignada. Eso lo ven claro ellos, los brazos caídos, mustios los pies que arrastran sin dejar espacio ni para la sombra ni para la huella. Yo los cruzo a menudo, rendidos y relimpios, agitados y zarandeados bajo los caprichos del Mistral.

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